El buen clima y la facilidad de acceso, la importancia de las fiestas y los eventos populares, la singularidad de las ferias y mercados, la belleza de las calas y playas, la riqueza del patrimonio histórico y cultural, la calidad gastronómica y la amplio abanico de actividades y servicios que ofrece nuestra comarca, hacen del Empordà, un lugar idílico e ideal para pasar unas buenas vacaciones.
Peratallada ha sabido conservar su carácter rural, manteniendo con fidelidad sus orígenes arquitectónicos y urbanos. Se puede decir que no se ha expandido más allá del perímetro de las murallas. La villa conserva aún su distribución urbana medieval. Desde la plaza de LesVoltes, con sus singulares porches, hasta la trama de estrechas callejuelas, donde se puede descubrir un interesante conjunto de arquitectura popular. Sobre muros más antiguos, se mantienen todavía viviendas características de los siglos XVI. La vivienda tradicional de Peratallada suele tener los bajos recubiertos con bóvedas de piedra, destinados a almacenes y bodegas, mientras la planta superior se dedica a habitáculo. Puede haber todavía otro piso a modo de buhardilla o granero ya menudo un patio o amplia salida en la parte de atrás.
El topónimo Petra Scissa o Petra Tallada está documentado, al parecer, partir del siglo X. Más adelante el nombre aparece referido con pocas modificaciones bien al pueblo o los diferentes personaje del linaje de los Peratallada, que con el tiempo se convirtió en una de las más importantes de raíz bajo-ampurdanesa. Así, por ejemplo, el 1062 hay mención de un Bernardi de Patra Taliada, en 1065 aparece el Castro de Petra Taliata. El 1088 encontramos escrito Petrataliata, el 1111 Petra Taliata, en 1112 Petra talados, el 1128 Petra Incisa y Patra Taiat, en 1143 Petra tayada, en 1169 y 1173 Petra incisa, en 1202 y 1222 Petricissa, etc ....
Es un templo románico de dos naves copas a levante por ábside semirculars, construido con aparato de grandes sillares escuadrados. En la fachada hay destacada la portada, de un arco de medio punto adovelado, reseguido por molduras, el sencillo rosetón y tres ménsulas que quizás sostenían vigas de un pórtico desaparecido. La obra románica ha sufrido varias alteraciones tardías, lo que queda patente sobre todo en el interior. La nave de mediodía tiene la bóveda apuntada con tres arcos torales; a la de tramontana la vuelta es seguida con un tramo de cañón y otro apuntado. Actualmente el interior del edificio no es visitable.
Se comprueba por noticias documentales que ya existía en el año 1065, pero algunas estructuras arquitectónicas y otros vestigios parecen demostrar que en este lugar ya hubo una fortaleza desde tiempos mucho más remotos. Presenta actualmente partes constructivas de diferentes épocas y estilos. Es toda una extensa amalgama de edificaciones que configuran uno de los castillos-palacio medievales más interesantes del país. Este castillo, que había sido abandonado y finalmente vendido por los descendientes de los Cruïlles-Peratallada, sirvió durante años de campesinado hasta que los actuales propietarios, el condes de Torroella de Montgrí, comenzaron, por los alrededores, de 1965, a rehabilitarlo. En su estado actual, podemos distinguir dos sectores claramente diferenciados por su estructura y antigua utilización: el núcleo fortificado y el palacio.
El núcleo fortificado o defensivo, es decir, el castillo propiamente dicho, es situado en lo alto de un enorme basamento de roca natural, cortado artificialmente para darle verticalidad. El montículo rocoso, que se eleva 4 o 5 metros sobre el terreno, tiene dos lados rectilíneos y los otros forman curvas desiguales. Encima despega la Torre del Homenaje, verdadero emblema del núcleo. El muro que rodea la torre se adapta a la forma irregular de la colina y conserva algunas almenas. Los sillares de gran tamaño del muro que rodea la torre podrían proceder de una construcción de época bajo-romana o visigótica.
La planta esquemática del castillo responde al tipo de fortaleza de época alto-medieval, muy corriente en tiempo carolingios. Sin embargo, la estructura arquitectónica existente hoy es fruto de reconstrucciones más tardías. Se puede considerar obra románica (siglo XI-XII) como buena parte del recinto amurallado, que evidencia aún reformas posteriores. Los restos de poblamiento antiguo, anterior a los edificios medievales que subsisten, se rastrean al núcleo fortificado, pero también a sus pies: el patio posterior del palacio y debajo de estos. Destacan varios fundamento y una gran profusión de cavidades y surcos tallados en la roca del suelo.
El palacio es formado por diferentes cuerpos de edificación que ocupan una gran extensión en el sureste y en un nivel más bajo del núcleo defensivo. Presenta un planta complicada, irregular y dispersa. Estas construcciones rodean un patio central, pero también hay otros espacios abiertos, cerrados, en parte, por paredes de valla. La fachada principal del palacio es todavía a levante y ocupa todo un lado de la Plaza del Castillo. En las obras de restauración ha devuelto la estructura original a algunas de sus aperturas. En el piso destacan cuatro grandes ajimeces góticas con finas columnas y capiteles y arcos trebolados sobre los que existe una singular decoración calada.