Las fuentes han estado siempre vinculadas a los trabajos y a la vida de sus habitantes, son de esos lugares mágicos que han reunido multitud de eventos a lo largo del tiempo. Son muy numerosas las fuentes que existen en el término de Forallac, particularmente en la zona del municipio comprendida dentro del ámbito del macizo de las Gavarres. Algunas de ellas son muy célebres por la calidad del agua. Las características geomorfológicas del macizo han propiciado el nacimiento de la gran cantidad de fuentes existente. Este hecho supone un legado de gran valor natural y de un interesante atractivo. Las Gavarres son una zona de rocas graníticas y filonianas de porosidad casi nula, donde las pocas reservas de agua existentes se encuentran asociadas a fracturas, diaclasas o zonas de alteración. Se trata de un medio donde la circulación hídrica es muy lenta, debido a su baja permeabilidad, y donde el agua aprovecha discontinuidades del terreno para circular: fallas, diaclasas, contactos entre diferentes materiales... De hecho, a menudo se observa como es en estas discontinuidades donde se ubican la mayoría de las surgencias .
La fuente de Fonteta es una de las fuentes más interesantes de Forallac. Está considerada por los habitantes como la primera fuente, aunque con el tiempo quedó olvidada porque se construyó otra en la plaza de la iglesia. Esta fuente tiene agua durante todo el año y conserva una estructura de piedra arenisca en forma de bóveda con unos escalones que dan acceso al agua. Muy cerca se encuentran los lavaderos públicos.
La fuente de Santa Susanna de Peralta, tal y como es ahora, se construyó en 1704, si bien se dispone de documentación histórica donde sale mencionada mucho antes de esa fecha. Se encuentra emplazada bajo la protección de una impresionante encina, justo a tocar el arroyo de Peralta y el camino de Santa Susanna. El lugar es muy acogedor e invita a quedarse un rato en cualquier época del año, tal como antiguamente hacían las familias que se acercaban a hacer meriendas. El agua brotaba por un brocal de piedra que está casi enterrado. Antiguamente solía ser utilizada por los agricultores de la zona.
Otro de los recursos para el aprovechamiento del agua más sorprendentes del pasado es el de la fabricación de hielo. Esta industria ya se encuentra documentada en el macizo de las Gavarres desde mediados del siglo XVI y llega al máximo esplendor entre mediados del siglo XVII y el final del XVIII. En las Gavarres se han localizado restos de once pozos de hielo.
Son estructuras de grandes dimensiones, construidas en la ladera norte con piedra y cubiertas con una vuelta también de piedra. La actividad de almacenar hielo en un recinto aislado viene de la necesidad de poder disponer de hielo durante todo el año. El hielo era un producto de primera necesidad hasta la expansión de los modernos sistemas de refrigeración, tanto para la conservación de los alimentos como por sus propietarios curativas.
Lo más significativo de Forallac es probablemente el del mas Cals de Fitor. Es un gran depósito subterráneo que se empleaba hace más de 200 años para guardar el hielo procedente de la congelación invernal del agua del arroyo del mas Petit. En aquella época, a causa de una pequeña era glacial, hacía mucho más frío que ahora, lo que permitía el desarrollo de esta industria del hielo. Probablemente, el negocio tuvo unos rendimientos bastante positivos para que el pozo estaba situado a pe uno del camino real que hasta mediados del siglo XIX conectaba el puerto de Palamós y Girona. El pozo tiene planta trapezoidal y probablemente construido el siglo XIII.
En los términos de Fonteta y Sant Climent de Peralta también había habido más de una veintena de hornos de cal, cuatro de los cuales han desaparecido totalmente.
Los otros todavía son visibles hoy, a pesar de que se encuentran en mal estado de conservación y en la mayoría de los casos cubiertos de una espesa vegetación. Hasta el primer tercio de nuestro siglo, Forallac se había especializado en la fabricación de cal y tenía la demanda ordinaria de una extensísima comarca. Parte de la cal se cargaba en ferrocarril y en barcos y viajaba hasta Barcelona. Quedan también los restos visibles de muchas canteras siempre cercanas a los hornos. Hace unos cincuenta años todo el mundo de Fonteta y Sat Climent tenía algún u otro vínculo con la industria de la cal: en el bosque haciendo leña, en la cantera, en los hornos o haciendo de viajante de cal.
De canteras también había muchas, situadas siempre muy cerca de los hornos, para hacer más fácil el transporte de la piedra. Además de las ocho canteras que tenemos localizadas, había otros, menos importantes, que se abrían en diferentes lugares, a modo de prueba.